lunes, 2 de febrero de 2009
Ana Rosa Vita, Mujer Pewuenche
Ana Rosa Vita tiene 74 años. Esta mujer es nacida y criada en medio de las montañas, los ríos y los bosques de la comunidad pehuenche de Pitril, en la cordillera de Los Andes, cuando el pueblo todavía estaba demasiado lejos y era más rápido llegar a las ciudades del lado argentino.
Pese a su avanzada edad, ella vive sola. Su marido falleció hace unos 10 años por lo que ella misma debe hacer su comida y cuidar su casa. Sólo uno de sus muchos nietos de uno de sus cuatro hijos la visita de vez cuando para cortarle leña que necesita para mantener el fogón que en los tiempos de invierno y en las largas noches de verano proporciona su calor.
Recuerda cuando los tiempos eran muy duros y las nevadas cubrían de una gruesa capa la tierra. Rememora los días difíciles en que se acababa el alimento y había que buscar trabajo en lo que fuera.
Aunque recibe un montepío de 30 mil pesos, aprendió de su madre del oficio de hilar la lana de oveja que entinta con anilinas que ahora compra en el pueblo (antes lo hacía con las raíces de algunos árboles).
De sus arrugadísimas manos salen coloridas mantas, frazadas y calcetines que ella misma comercializa a sus vecinos o a los ocasionales visitantes que se internan por los vericuetos cordilleranos hasta su casita que queda a un costado del camino a Trapa Trapa, unos 12 kilómetros al oriente de la localidad de Ralco.
“Mi mamita me enseñó. Antes tejía toda la gente pero ahora se hace muy poco. Yo lo hago porque tengo que pasar el tiempo”, explica.
Y con orgullo relata: “somos orgullosos pehuenches. En mi casa todos tienen que hablar el mapudungún. Somos netos pehuenches y no nos olvidamos de nuestra cultura”.
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