Ellos se basan en sus tradiciones orales pero no hay un trabajo científico y metodológico que permita sustentar lo que dicen”, reflexiona Villalobos. Sin embargo, hace presente que esta posición “no significa que no haya que tratar de hacerles saber el tema”.
Es que para este Premio Nacional de Historia, que estuvo hace algún tiempo en los salones del Club de la Unión para hablar sobre la historia de la Los Angeles y la zona, ya son años de investigación y de recorridos por los sectores, los cuales les han permitido llegar a esas certezas.
Este trabajo, afirma, ha sido corroborado por los trabajos de diversos frentes de especialistas pero, añade, sólo se conocen en el ámbito científico y rara vez trascienden a los medios de comunicación masivos.
Certezas
La primera de sus certezas afirma que los pehuenches “genuinos” no son mapuches ni araucanos, sino una derivación de grupos de indígenas huarpes que vivían en la zona de Cuyo, Argentina, que tenían sus costumbres, idioma y tipo físico característicos.
Los estudios antropológicos al respecto han permitido concluir, asegura, que el tipo físico corresponde a una rama de dichos indígenas que responden a determinadas características. Primero que nada, medían entre 1,70 a 1,72 metros de altura, tipo físico que nunca ha existido entre mapuches o araucanos. Además, la contextura ósea del cráneo (especialmente huesuda) dista de lo que se puede observar en los llamados a si mismo mapuches.
Aún es posible encontrar, asegura, algunos tipos físicos como el descrito en algunos puntos de la zona de Alto Biobío y Antuco.
También sostiene que este grupo eran muy pocos. Entre unos 10 mil y 15 mil que vivían preferentemente al otro lado de la cordillera, pero que ejercieron influencia desde el sector de San Fabián de Alico (por el norte) hasta la zona de Lonquimay.
Sin embargo, añade, los araucanos los desplazaron e impusieron sus costumbres. Asegura que su vida era precaria. Vivían en permanente zozobra.
Por el lado trasandino, acosados por las bandas de huilliches y, por territorio nacional, por los araucanos.
“La disputa era constante. Por eso, los pehuenches se tuvieron que aliar con los hispano-criollos para que estos los defendieran”, señala en su afirmación más polémica. Incluso sostiene que, en ocasiones, llegaron a luchar juntos contra los araucanos.
Esto se ha visto refrenando porque personajes tan relevantes como el propio Bernardo O’Higgins, cuando llegó para hacerse cargo de la hacienda Las Canteras, tuvo mucho aprecio por los pehuenches. Sin embargo, sostiene que la relación no era gratuita sino que se sustentó en una forma de comercio que favorecía a unos y otros. Mientras los pehuenches comercializaban sal, plumas de avestruz y pieles, los hispano-criollos hacían lo propio con los caballos, el hierro y el alcohol.
Más tarde, sin embargo, con el inicio del proceso de Independencia, se produjo en verdadero caos en las relaciones que ya estaban asentadas donde los pehuenches fueron seducidos por los bandos en conflictos (patriotas y criollos) para que luchara cada uno por su bando.
Y ahí, ya se comenzó a escribir otra historia.
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