
En su primera temporada fueron unas cinco mil personas que quedaron maravilladas por la naturaleza circundante. Todo un éxito que dejó algunos millones de pesos a sus administradores.
Por otro lado, con aportes de Mideplán y de la Fundación Chile, en el cajón del río Queuco se habilitaron varios recintos, como camping, para la atención de turistas entre las comunidades de Pitril y Cauñicú. También se ofrecían los productos típicos, como comidas o artesanías.
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