Quienes han visitado sus montañas, lagos y bosques han quedado maravillados con una naturaleza que se muestra en todo su esplendor.
Esta zona, a ojos de los expertos, es la perfecta combinación de cultura autóctona y naturaleza en estado virgen. Son sus ríos indomables que serpentean las montañas cubiertas de las araucarias, robles y toda clase de flora y fauna; son sus habitantes, los hombres del pehuén, quienes han escrito una historia riquísima y particular, marcada a fuego por el área geográfica que habitan, de una belleza impresionante pero que también los castiga con dureza en los tiempos de lluvias y nevazones.
Para ser precisos, la comuna de Alto Bio Bío parte poco antes en el puente sobre el río Queuco donde evacua sus aguas al río Bio Bío que, a esas alturas, con un interesante caudal.
El área geográfica se extiende fundamentalmente entre los cajones de ambos cursos fluviales hasta alcanzar la frontera con Argentina. Son 2 mil 300 kilómetros en total, la mayor superficie para una comuna en la provincia y la región.
En los años ‘80 el Alto Bio Bío estaba prácticamente olvidado. A los ojos del mundo occidental, durante décadas fue una zona para aventureros, amantes de la naturaleza y para los propietarios de los enormes fundos destinados a la ganadería y la explotación del bosque nativo.
Sus habitantes, mayoritariamente pehuenches, habitaban esa área desde tiempos inmemoriales.
En medio de las araucarias y las montañas, se desarrolló su cultura particular que aunque tiene muchos elementos propios de los mapuches, desarrolló características muy particulares (diferencias idiomáticos, de costumbres, etc).
La comunicación con el resto del país se remitía a una ruta en pésimas condiciones que llegaba hasta Ralco. De ahí hacia el interior sólo habían caminos de tierra - hechos a fines de los ‘70 y principios de los ‘80 - imposibles de circular, incluso en el verano. No habían teléfonos, muchos menos electricidad u otros avances modernos.
Pero todo cambió a principios de la década de los ?90. Sin embargo, lo que hizo despertar a la zona no fue por toda su enorme belleza natural o el interés cultural por la presencia de pehuenches, etnia única en el país.
Fueron las centrales hidroeléctricas (Pangue primero y Ralco después) que construyó la empresa eléctrica Endesa Chile, lo que puso a la zona en el tapete de la noticia nacional e internacional.
La atención concitada también abrió los ojos a cientos de personas que llegaron al área sobre una tierra que se comenzaba a abrir de par en par.
La propia compañía pavimentó el camino hasta Ralco y después el Estado puso su parte al dotar de electricidad a la zona y de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes con mejores escuelas y postas de salud.
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