Cuando a principio de los ´90 se comenzó a construir la central Pangue, organizaciones indigenistas y ecologistas se movilizaron para rechazar el proyecto. Pero con la central Ralco, la oposición judicial y de hecho llegó a poner en jaque el proyecto, que ha sufrido sendos retrasos en su puesta en marcha. Ahora en pleno estado de operaciones.
Se cortaron caminos de acceso, se atentó contra camiones de contratistas, hubo enfrentamientos con Carabineros, llegándose a requerimientos por infracción a la Ley Antiterrorista que condenó a un dirigente a cinco años de cárcel.
Los años más álgidos fueron en agosto de 1998 y a principios de 2001.
Las demandas territoriales tienen su base en la importancia cultural y económica de la tierra para las empobrecidas familias indígenas, ahora circunscritas a un territorio que no permite su sustentabilidad. La mayoría de ellos vive en comunidades, con títulos de merced que datan de principios del siglo pasado.
Durante estas décadas la población ha tenido un fuerte crecimiento pero la superficie sigue siendo la misma.
El conflicto se radica en la cuenca del río Queuco, específicamente en los fundos Queuco y Trapa Trapa y en las veranadas de los mismos, aunque también llega a la reserva nacional Ralco, por el cajón del Bio Bío.
El episodio más triste se vivió el 13 de julio de 2002 cuando un conflicto al interior de la comunidad de Cauñicú por la forma en que se llevaba la “acción de recuperación de tierras” terminó con la muerte de dos pehuenches y dejó heridos a otros 10.
En medio de estas acciones reivindicativas, casi un cenenar de familias de colonos o pequeños agricultores, aún espera una solución definitiva después de ser trasladados desde la cordillera a las cercanías de Santa Bárbara.
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